
La primera vez que respiré periodismo
- abril 23, 2025
Por Miguel Jesús Pérez Leonardo.
Era un lunes 25 de marzo, 10:30 de la mañana, cuando yo, un estudiante de comunicaciones con el sueño intacto de convertirme en un buen periodista, sentí una sensación extraña recorriendo mi cuerpo, mientras el Metropolitano deslizaba sus ruedas y me acercaba a mi destino, dicha sensación se volvía cada vez más fuerte, era un gran entusiasmo, por el hecho que estaba a punto de conocer por primera vez un medio de comunicación por dentro, ese lugar en donde las situaciones o hechos se transforman en una historia.
Ya dentro del histórico Diario El Peruano, la jornada comenzó con una extensa pero disfrutable charla de algunos periodistas y del propio director del medio, Félix Paz Quiroz. Cada palabra que emanaban fue como una pincelada para mi formación periodística, de cada uno aprendí cosas nuevas sobre el oficio, y claro aprendí también sobre los retos del oficio. “Se sufre pero se goza, tienes que amar el periodismo”, dijo el experimentado director de El Peruano. Desde ese instante, esa frase no ha dejado de rondar mi mente, es más que una simple cita, es la realidad del cuarto poder.
Luego de la charla, nuestros anfitriones nos guiaron hacia el estudio de televisión, un espacio pequeño, pero con los implementos necesarios para hacer un buen trabajo y transmitir un excelente noticiero televisivo. Nos recibió uno de los encargados de esta zona de cables y pantallas, quien, con apasionamiento, nos explicó la función de algunos implementos y los secretos que había detrás de cada toma, para luego reunirnos a todos juntos frente al celular e inmortalizar el momento con una foto grupal.
Posteriormente a la foto grupal, fuimos a la siguiente zona, y, siendo honestos, fue allí donde mi corazón encontró su momento favorito de todo el recorrido. Se trata de la sala de redacción, al cruzar la puerta, no pude evitar decir en voz baja, “como las películas de periodismo”. Al notar todas esas computadoras con documentos noticiosos, los televisores transmitiendo en simultáneo lo que pasa en el mundo, los propios periodistas, con la mirada fija y los dedos danzando sobre los teclados, redactando sus notas y compartiendo datos e ideas entre todos, comprendí en ese instante con más fuerza mi anhelo, el querer ser uno de ellos, alguien capaz de transformar los sucesos en historias dignas de ser contadas y compartidas a la sociedad.